Cuando escribo sobre algún tema, normalmente, suelo nutrirme, comparar y rebuscar entre artículos científicos. Hace unos días me topé con uno que me llamó bastante la atención y esta sección del blog, la de curiosidades, la abrí en principio precisamente para tratar este tipo de artículos que me parecen curiosos y no menos interesantes. El artículo en concreto se titula: “El impacto de los trastornos del sueño en el metabolismo de la glucosa: mecanismos endocrinos y moleculares” y podéis leerlo aquí en inglés.

La realidad:

Actigrafía: se realiza mediante un dispositivo en forma de reloj que mide el movimiento de quien lo lleva registrando también algunos datos como exposición a la luz o la frecuencia cardiaca.

Los hábitos de sueño han ido cambiando en los últimos años disminuyendo así las horas de sueño medio desde las 8 horas (duración estimada en los 60’s) hasta las actuales 6,5 horas (estudios del año 2012) de media. Esto se ve influido por el modo de vida que llevamos, más estrés, trabajos a turno que nos rompen el ritmo de vigilia-sueño, la demanda de satisfacer alto rendimiento en los trabajos… todas estas alteraciones de nuestro descanso modifican el ritmo circadiano y producen una desincronización del marcapasos hipotalámico. Pero no solo se trata de la privación voluntaria de sueño; también existe una serie de patologías que influyen directamente al 30% de los adultos como son el insomnio y la apnea del sueño.

Se ha demostrado que la falta de sueño no solo afecta a nivel cognitivo, a la concentración o al rendimiento, sino que también existe una relación directa con la morbilidad y mortalidad cardiovascular. Esto no se queda sólo aquí, ya que recientemente se ha reconocido que también influye en la regulación de la glucosa y en el control del apetito; así mismo, la falta de sueño tiene una relación directa con la obesidad y la diabetes de tipo 2.

El metabolismo durante el sueño:

Os podéis hacer una idea de dónde se encuentra el núcleo este del que hablamos.

Durante el sueño, el gasto de energía se reduce en un 15-35% y el intercambio de glucosa, proteína y grasas varían, independientemente de los cambios inducidos por la ingesta de alimento. Un ejemplo de esto es el aumento de glucosa que se va produciendo continuamente durante el sueño llegando a su máxima por la mañana (lo cual provoca en personas con diabetes el fenómeno del alba, del que hablo aquí).

La variación diurna de glucosa basal está regulada por el núcleo supraquiasmático, una zona del hipotálamo que regula los ritmos circadianos; y estas variaciones, se han demostrado, son independiente de los niveles de insulina y glucagón. Durante el sueño, el núcleo supraquiasmático reduce el flujo sanguíneo en los músculos esqueléticos y disminuye la captación muscular de glucosa.

También existe una disminución de la actividad neuronal que contribuye a disminuir la utilización de glucosa durante el sueño, en concreto durante la fase de sueño denominada “sueño de onda lenta”; fase previa a la famosa fase REM.

En cuanto a los lípidos, estos también tienen variaciones que dependen del ciclo circadiano. Se ha observado como los triglicéridos y los ácidos grasos van disminuyendo durante el sueño debido a un aumento de la actividad de las lipasas. También se ha observado un aumento de ácidos grasos libres en plasma y de glicerol debido a la actividad lipolítica de la GH.

Alteraciones del ritmo circadiano:

Si, es la imagen que sale en el articulo de wikipedia sobre ritmo circadiano, puedes llamarme cutre, pero está muy bien explicado.

¿Qué es exactamente el ritmo circadiano? Probablemente hayas oído hablar de esto alguna vez e incluso lo relaciones con el ciclo de vigilia-sueño. Vamos a definirlo antes de nada para que todos tengamos la misma idea al respecto.

El ritmo circadiano (que proviene del latín circa, que significa “alrededor de”, y dies, que significa día) es el conjunto de todos los cambios a nivel físico, psíquico y de conducta que afecta a un organismo de manera cíclica en el tiempo. Este ritmo está, en gran medida, ligado al cambio ambiental de luz, temperatura o la disponibilidad de alimentos según las temporadas entre otros factores.

El ritmo circadiano es el que hace que el gallo cante por las mañanas, los osos hibernen, algunas especies de aves migren…pero no queda ahí la cosa, pues estos cambios también son físicos, fisiológicos. En mi post anterior hablaba de los fenómenos del alba y Somogyi y estos cambios hormonales que producen esta serie de fenómenos, también están provocados por los ritmos circadianos. Por lo tanto, podemos corroborar que, dependiendo de factores externos, como en este caso la luz, nuestro metabolismo cambia, cambiando así también la secreción de distinta sustancias y hormonas; y todo esto, como no, también afecta a nuestras glucemias.

En este gráfico puede verse la variación de distintas hormonas y de la temperatura corporal a lo largo del día.

Cuando realizamos actividad física durante la noche (trabajo nocturno), tenemos variaciones de horario de comida (trabajo a turnos), cambios bruscos en el patrón de sueño (jet lag)… se produce una desincronización de nuestro marcapasos circadiano, el núcleo supraquiasmático (que mencioné antes), alterándose la secreción de hormonas importante en el control de la actividad y el sueño como son el cortisol y la melatonina. Pero estas alteraciones también afectan a órganos que tienen sus propios ciclos circadianos de expresión de genes; es decir, órganos como el hígado, el tejido adiposo o muscular tiene ciclos en los que manifiesta una serie de genes y en otro momento del día, expresa otros genes distintos. La desincronización del núcleo supraquiasmático hace que se altere la expresión de estos genes que siguen un ciclo, alterando las funciones metabólicas de estos órganos.

Algunos estudios revelaron que la administración de melatonina (una hormona regulada por el núcleo supraquiasmático) aumentó la captación de glucosa, aumento la secreción de insulina inducida por la glucosa, aumentó la sensibilidad a la insulina y disminuyó la gluconeogénesis. También aumento la glucogenogénesis (parece un trabalenguas, pero, para entendernos: con la disminución de la gluconeogénesis se crea menos glucosa y con el aumento de la glucogenogénesis se capta la glucosa para convertirla en glucógeno, es decir, dos procesos que disminuyen la glucosa en sangre) y se limitó la acumulación de grasa en los adipocitos disminuyendo así la formación de tejido graso.

Anormalidades metabólicas cuando hay desordenes del sueño:

Aquí podéis ver un resumen de este apartado.

Tanto la apnea del sueño como la corta duración del sueño y el desorden circadiano producen varias alteraciones metabólicas como son:

-Activación simpática que se traduce en un aumento de las catecolaminas.

Las catecolaminas (adrenalina, noradrenalina, dopamina…) de las que ya hemos hablado, son hormonas de contrarregulación que producen un aumento de la glucemia por la movilización del glucógeno del hígado.

-Alteración del eje Hipotalámico-Hipofisario-Adrenal que se traduce en un aumento del cortisol.

El cortisol es otra de las hormonas de contrarregulación de las que ya hemos hablado, por lo que también es hiperglucemiante. En las mediciones que se han hecho a personas con privación de sueño, evaluando tanto el cortisol durante las 24h como en mediciones únicas al amanecer, en ambos casos se han encontrado un aumento significativo de los niveles de esta hormona.

Aunque es cierto que algunos estudios han demostrado alteraciones en la homeostasis y regulación de la glucosa sin cambios en los niveles de cortisol o catecolaminas en personas con restricción de sueño.

-Otras hormonas que también se ven alteradas son la TSH (la hormona que regula la síntesis de las hormonas tiroideas) y la testosterona; disminuyendo la síntesis de ambas. Así como la existencia de una pulsatilidad en la secreción de GH.

Estas dos hormonas también afectan de alguna manera al metabolismo de la glucosa, pues en algunos estudios se ha señalado que niveles de testosterona bajos aumenta la resistencia a la insulina y predispone a desarrollar diabetes de tipo 2. La relación de la TSH con la diabetes es más complicada, pues esta es una hormona que regula a otras hormonas que pueden afectar la tasa de absorción de insulina por el cuerpo o ralentizar/acelerar la absorción de nutrientes en el sistema digestivo; podéis leer más sobre este tema en este interesantísimo artículo de Don Sacarino (aquí) Sobre la GH ya hemos hablado largo y tendido en artículos anteriores (puedes verlos aquí)

-Estrés oxidativo que se traduce en un aumento de EOR (Especies de Oxigeno Reactivo).

Las EOR son iones de oxígeno, radicales libres y peróxidos; moléculas muy pequeñas y altamente reactivas (oxidantes) que están relacionadas con enfermedades que tienen que ver con lesiones tisulares como ACV, ELA, Alzehimer o Parkinson. Por eso es tan importante tomar alimentos antioxidantes.

-Activación de vías inflamatorias que se traduce en un aumento de IL-6 (Interleucina 6) y TNF-α (Factor de necrosis tisular alfa).

Tanto la IL-6 como el TNF-α son proteínas del grupo de las citoquinas, mediadores metabólicos del proceso inflamatorio. Se ha demostrado que altas concentraciones de estas sustancias en el organismo están relacionadas con la obesidad, dislipemias (colesterol alto) e hipertensión; así como con la resistencia a la insulina.

-Cambios en las adipokinas aumentando la secreción de Leptina y disminuyendo la de Adiponectina.

Las adipokinas son proteínas implicadas en multitud de procesos metabólicos. La adiponectina es una de esta adipokinas que participa en el metabolismo de la glucosa y de los ácidos grasos. Su presencia es inversamente proporcional al índice de masa corporal y al porcentaje de grasa corporal (es decir, a menor cantidad de adponectina, más rellenito es el muchacho). También se ha comprobado que esta proteína aumenta la sensibilidad a la insulina. La leptina, por otra parte, se relaciona de manera proporcional al índice de masa corporal y porcentaje de grasa. Aunque esta adipokina esta implicada en la lipolisis y en la saciedad, se ha demostrado que altos niveles de la misma produce una resistencia a la leptina, similar a la de la insulina, por lo que ¡Todo mal!

Estas anormalidades se han demostrado que desembocan en un aumento de la resistencia a la insulina y una disfunción de las células β del páncreas. En tan solo cinco días, voluntarios sanos expuestos a paradigmas de falta de sueño grave han sufrido estos trastornos manifestándose aumento en los niveles de glucosa en ayuna y postpandriales.

Otros estudios también han demostrado que la corta duración del sueño está estrechamente ligada al aumento de peso y al acumulo de grasa abdominal. Las personas con estas restricciones de sueño tienden a preferir alimentos ricos en grasa y carbohidratos; así como un aumento del 20% de la ingesta calórica diaria. En dietas hipocalóricas, las personas con alteraciones del sueño se ha comprobado que tienen más dificultad para disminuir sus niveles de grasa corporal.

Impacto metabólico del trabajo a turno:

El trabajo a turnos, sobre todo aquel que implica turnos nocturnos, obviamente, desajusta la sincronización del núcleo supraquiasmático y de los órganos con ritmo circadiano, de los que hablamos más arriba, con los ciclos ambientales de luz, sueño, alimentación y demás. El organismo recibe ciertas señales ambientales en momentos inadecuados, como son comidas en horarios variables, actividad física cuando no debería haberla. Restablecer esta desincronización es muy complicado y se ha demostrado que mantenerla afecta de manera negativa a nuestra salud.

Como consecuencias graves que, se han probado, guardan relación con estos desajustes podemos encontrar un aumento en la probabilidad de enfermedad cardiovascular y un mayor riesgo de cáncer. Os dejo un par de enlaces a estudios que avalan esto aquí y aquí (lo siento, pero en español poquitos estudios se encuentran).

Otros estudios han demostrado una mayor prevalencia de DMT2, intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina y síndrome metabólico en los trabajadores por turnos. Los trabajadores por turnos también ganaron más peso con el tiempo.

En trabajadores que ya padecen diabetes se han encontrado valores más elevados de hemoglobina glicosilada y un control insuficiente de su diabetes.

Voluntarios humanos sanos sometidos a desalineación circadiana mostraron una disminución de la sensibilidad a la insulina, un deterioro de la secreción compensatoria de la insulina y un aumento de la PCR (proteína C reactiva, un marcador de inflamación) a pesar de preservar el tiempo total de sueño. Se observó que tanto la glucemia postpandrial como la respuesta de la insulina para un alimento idéntico empeoraba cuando este se ingería por la noche. También se observó hiperinsulinemia en trabajadores a turnos y esto es muy común en la DMT2, ya que el páncreas segrega más insulina para compensar la elevación de glucosa que la resistencia a esta provoca.

También se experimentó utilizando una prolongación del día natural de 24 horas a uno de 28 horas por varios días para evitar que en los resultados influyera las oscilaciones metabólicas circadianas. Se obtuvo más de lo mismo: niveles elevados de glucosa e insulina, una tolerancia a la glucosa alterada y disfunción de las células β pancreáticas.

Mi experiencia:

Bueno, como este es un tema que me pilla muy de cerca os voy a contar un poco mi vida. Como ya imagino que sabréis, soy enfermero, y durante varios años he trabajado en una empresa privada de ambulancias en la que hacía turnos de 24 horas. Como tenía que ser autónomo para poder trabajar en esa empresa y vivimos en un país donde los empresarios miman muchísimo a los trabajadores, en más de una ocasión me he visto trabajando hasta 48 horas seguidas sin, prácticamente, descansar; salir de una guardia de 24 horas e ir a un preventivo de algún evento deportivo, empalmar con algún vuelo medicalizado (que también los trabajaba esta empresa) … Haciendo computo, en un mes, podía hacer, sin despeinarme, alrededor de 300 horas de trabajo. Esto implicaba comer a las 18:00, o no comer, no dormir, o dormir 2 horas en toda la noche en intervalos de media hora.

En aquella época, aun no tenía mi amada bomba de insulina y, ni mucho menos, ningún tipo de monitorización continua. Imaginad el descontrol de glucemias que tenía, pues situaciones que ahora puedo controlar con las fantásticas basales temporales (por ejemplo) en aquella época me era imposible. Gracias a los dioses, mi diabetes no me ha sido muy complicada de manejar; no sé si por destreza mía o porque esta es amable conmigo, pero, aun así, mi HbA1c estuvo bastante más elevada de lo que acostumbra, y mucho más palpable (esta palabra no está escogida al azar) empecé a ganar kilos hasta ponerme bien arvellanado.

Unos meses antes de que me decidiera a dejar ese trabajo fue cuando me colocaron la bomba de insulina, y comprobé desde el principio las bondades de este aparato para este tipo de situaciones.

¿Y tú? ¿Has notado como tu calidad de vida disminuye a causa de la variabilidad horaria de tu trabajo? ¿Piensas que pagan bien la nocturnidad o la turnicidad? a los que tienen la suerte de que esto se le pague, claro está. Valorando los costes a nivel de nuestra propia salud, yo diría que no.

 

 

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