El termino hipoglucemia proviene del termino glucemia, es decir, glucosa en sangre, precedido del prefijo hipo- que indica disminución, usease, una bajada en la glucosa que circula en nuestra sangre. La glucosa que medimos mediante nuestros glucómetros se trata de la glucosa en plasma sanguíneo, que no es exactamente la misma que en sangre total (en sangre total los valores suelen ser un 11% más bajos, aproximadamente) la única relevancia de este dato es que en ocasiones pueden encontrarse artículos o guías en las que los valores glucémicos nos pueden resultar sospechosos pero el caso es que se traten valores en sangre total.
Tipos de Hipoglucemia:
Podríamos clasificar las distintas hipoglucemias en:
Hipoglucemia Leve: La glucemia no baja demasiado y podemos corregirla nosotros mismos sin dificultad.
Hipoglucemia moderada: Los síntomas son más acusados y nos resulta más complicado tomar decisiones adecuadas. También puede ser solventada por uno mismo.
Hipoglucemia severa: Síntomas severos que dificultan nuestra capacidad de reacción. Es necesario que alguien nos ayude a solucionarla ya sea proporcionando algo para comer o, directamente, inyectándonos glucagón. Es posible perder la conciencia e incluso llegar a convulsionar.
Hipoglucemia inadvertida: Se presentan con síntomas neuroglucopénicos (de afectación cerebral) lo que hace que quien la padezca no sea capaz de reconocer que se encuentra en hipoglucemia. En muchas ocasiones estos síntomas si que pueden ser detectados por un observador.
Hipoglucemia nocturna: Como su propio nombre indica, esta hipoglucemia se presenta por la noche. Podría englobarse dentro de las hipoglucemias inadvertida, pero en muchas ocasiones
Los síntomas:
Los síntomas podríamos definirlos como sensaciones que tenemos cuando notamos que nuestra glucosa está baja. Estos síntomas son muy subjetivos, varían de persona a persona y también varía a la concentración de glucosa en la que se empiezan a sentir. Es decir, una persona puede empezar a sentir los síntomas a los 80 mg/dl y otra no notarlos hasta los 60 mg/dl. Esta cifra también depende del control que tengamos de nuestra diabetes. Es decir, una persona con un buen control glucémico notará los síntomas antes que una persona que suela tener la glucemia alta.
Los síntomas pueden dividirse en dos:
-Síntomas neuroglucopénicos: se trata de los síntomas originados por la falta de glucosa a nivel cerebral. Dentro de estos síntomas podemos encontrar: debilidad, mareo, dificultad para concentrarse, visión borrosa, alteración de la visión de los colores, alteración de la audición, somnolencia, confusión, dolor de cabeza, sensación de calor o frio, convulsiones, lapsus de conciencia, marcha inestable, falta de coordinación, comportamiento extraño, escaso criterio, alteración de la memoria a corto plazo, habla confusa, lengua trabada…
-Síntomas autonómicos y adrenérgicos: estos síntomas son causados por la secreción de adrenalina (recordad que es una de las hormonas de contraregulación, más info en este post) y por el sistema nervioso autónomo. Suelen aparecer cuando la glucosa en sangre es inferior a 65-70 mg/dl pero esto es relativo, pues si has estado todo el día, por poner un ejemplo, con valores de glucosa de 200 mg/dl y de repente te pones en 90 mg/dl es posible que notes estos síntomas e incluso los confundas con una hipoglucemia. Los síntomas serian: irritabilidad, sudor frio, palidez, sentir fuerte los latidos en pecho e incluso abdomen, palpitaciones, adormecimiento de los labios, dedos y lengua, ansiedad, hambre, náuseas…
No tiene por qué darse todos estos síntomas en una hipoglucemia, es decir, algunas personas tienen unos, otras otros, y también hay veces que se manifiesta de forma distinta en la misma persona. A mí me pasa, por ejemplo, que, en condiciones normales, noto el hambre, la ansiedad o los temblores mientras que cuando estoy muy concentrado en algo o cuando estoy trabajando, los síntomas apenas los noto hasta que no estoy bastante bajo y normalmente son más el sudor frio o que me baila la lengua, así como las palpitaciones.
Al igual que nuestra hemoglobina glicosilada irá cambiando a lo largo de nuestra vida, el nivel en el que empecemos a notar los síntomas adrenérgicos de la hipoglucemia irá cambiando de manera más o menos proporcional a la HbA1c. Así, una persona con unos valores de HbA1c de 5,2% notará los primeros síntomas con una glucemia aproximadamente de 40 mg/dl mientras que personas con HbA1c de 9% comenzarán a notar los síntomas con glucemias de 67 mg/dl. Aun así, los síntomas neuroglucopénicos (es decir, cerebrales) apenas cambiaran su umbral y serán notables cambios en el electroencefalograma a partir de los 40 mg/dl sea cual sea la HbA1c de la persona, incluso si esta no es diabética.
Factores que modifican la percepción de la hipoglucemia:
Existe una serie de sustancias que pueden modificar nuestra percepción de la hipoglucemia. Por ejemplo, la cafeína aumenta el umbral en el que se sienten los síntomas de la hipoglucemia. El café o los refrescos pueden ayudarnos en situaciones en las que queremos estar más alerta de no sufrir una hipoglucemia inadvertida.
Otras sustancias que alteran el umbral en el que sentimos las hipoglucemias, pero en este caso hacia abajo son los betabloqueantes (fármacos que se usan para el control de la hipertensión) y los ISRS (inhibidores selectivos de la receptación de la serotonina; fármacos destinados al control de la depresión como la paroxetina o sertralina). Hay que extremar la precaución si se toma estos tipos de fármacos ya que podemos darnos cuenta de los síntomas de una hipoglucemia cuando ya es demasiado tarde y nuestra glucemia está bastante baja.
Hipoglucemia severa y convulsiones:
Como escribía más arriba, cuando la glucemia se encuentra a unos niveles tan bajos que es necesario que nos ayuden terceras personas a reestablecerla decimos que nos encontramos ante una hipoglucemia severa. Esto ocurre, aproximadamente, a partir de los 50 mg/dl, aunque cada cuerpo responde a las hipoglucemias de manera distinta y, como dije antes, hay distintas situaciones que hará que una glucemia baja nos afecte más o menos.
Cuando los niveles de glucosa descienden hasta unos niveles de 20 mg/dl aproximadamente es posible que aparezcan convulsiones e incluso entrar en coma. Como dato random; según varios estudios se estima que entre el 10 y el 25% de las personas con diabetes de tipo 1 tendrán al menos un episodio de hipoglucemia severa al año. Esta es más común en adultos que ingieren alcohol, pues este tiene efectos hipoglucemiantes además de bloquear la contraregulación del hígado.
Con respecto a las convulsiones lo único que se puede hacer es tratar de evitar que la persona se golpee con lo que le rodea y una vez que están hayan acabado colocarla en posición lateral de seguridad. En este caso es aconsejable colocar una inyección de glucagón. El glucagón normalmente viene en un vial de 1 mg en polvo compactado el cual hay que mezclar con agua de inyección que se encuentra en una jeringa, 1ml de esta agua para ser exactos. Al mezclarlo tendremos 1 mg de glucagón en 1 ml de agua para inyección.
¿Por qué saber esto? En adultos se aconseja que se inyecte 1 mg completo, es decir, todo el líquido reconstituido de la jeringa; pero en niños que pesen menos de 25kg la dosis seria de 0,1 a 0,2 mg por cada 10 kg. Es decir, en un niño que pesa 15 kg habría que inyectar entre 0,15 ml y 0,3 ml pero como en una situación tan jodida probablemente no tengamos en mente sacar la calculadora también se puede introducir la mitad de la jeringa, es decir, 0,5 ml de glucagón reconstituido. Este se puede inyectar tanto en tejido subcutáneo como en músculo, por lo que los nervios no impedirán realizar bien la inyección, con tal de que la aguja se hunda en la carne y aprietes el émbolo estará bien puesto. A los 10 – 15 minutos debería comenzar a notar que la persona se recupera y habría que darle más carbohidratos para evitar que la hipoglucemia vuelva a hacer de las suyas.
Hipoglucemias inadvertidas y nocturnas:
Como dijimos más arriba, la hipoglucemia puede ocurrir sin tener la percepción en nuestro cuerpo de que esta esté pasando. Sin notar los síntomas. En ocasiones los síntomas pueden notarlo las personas que estén a nuestro alrededor; si hacemos algo fuera de lo normal, si empezamos a hablar de manera torpe, descoordinada… por eso es interesante que nuestros allegados sepan que esto nos puede pasar y qué pueden hacer ellos para solucionarlo (darnos azúcar). Yo, sinceramente, no soy partidario de esconder que tengo diabetes. Por una parte, creo que visibilizo así la enfermedad (soy una persona normal, que hace cosas normales y que si un día se quiere comer un trozo de tarta pues se lo come) y si los que están alrededor saben que soy diabético estoy derribando mitos y gilipolleces. ¡Que me voy del tema!
Es importante corregir las hipoglucemias en el momento en el que notemos los síntomas, ya que si pasamos de estos y permanecemos durante mucho tiempo con glucemias por debajo de 60 poco a poco vamos a ir perdiendo la manifestación de estos síntomas y si no notamos los síntomas puede darnos un parraque de buenas a primera.
Si ocurre a menudo, sería interesante mantener nuestras glucemias un pelín más altas de lo habitual (ponernos más insulina, tomar algún pequeño tentempié entre comida y comida) para que el umbral en el que sintamos los síntomas vuelva a estar donde tiene que estar (entre 70 y 80).
¿Por qué sucede este fenómeno? Pues porque si una persona pasa mucho tiempo con glucemias bajas y esto ocurre muchas veces al día, nuestro cuerpo se adapta a esa situación y aumenta el flujo de sangre al cerebro para aumentar así la cantidad de glucosa que le llega a este y protegerlo de la falta de “alimento”/energía. Por decirlo de otro modo; si no puede aumentar la concentración de glucosa en sangre, pues se aumenta la cantidad de sangre para que la concentración de glucosa en sangre en esa zona del cuerpo especifica sea mayor y de esta manera el sistema que detecta esta variación de glucosa no se encuentra con niveles bajos de glucosa, entonces no dispara las alarmas en forma de hormonas de contrarregulación (adrenalina, cortisol…)
Por otra parte, la hipoglucemia nocturna es una de esas pesadillas con las que lidiamos los diabéticos en nuestro día a día. La respuesta adrenérgica (hormonas de contrarregulación que provocan los síntomas autonómicos) disminuye durante el sueño profundo de manera que podemos seguir durmiendo sin darnos cuenta de que estamos en hipoglucemia.
Yo, normalmente, me despierto con las hipoglucemias nocturnas, pero hay personas que no, y más aún si estos padecen las hipoglucemias inadvertidas. Otra cosa que también me pasa muchas veces es que el atontamiento de despertarte hace que no seas capaz de discernir si estas sufriendo los síntomas de una hipoglucemia o es que estás atolondrado por acabarte de despertar. Ante la duda, siempre, glucemia al canto. Síntomas que pueden orientarnos: sudoración excesiva (almohada empapada en sudor, literalmente), pesadillas, dolor de cabeza, cansancio al levantarnos e incluso, en los más pequeños, puede ser común orinarse encima (esto también puede pasar en las hiperglucemias)
¿Qué podemos hacer para evitar la hipoglucemia nocturna? La primera medida, que ya os sonará, es la de la recena. Antes de acostarnos tomarnos una o dos raciones de carbohidratos siempre que la glucemia esté por debajo de 120 mg/dl (una pieza de fruta, un vaso de leche, unas cuantas galletas…). Otra herramienta que tenemos es la de hacernos una medición capilar durante la noche. Dependiendo del tipo de insulina que usemos convendría hacerlo a una hora determinada. Si usamos Levemir o Lantus convendría realizar la medición a las 4 o 5 de la madrugada, mientras que con NPH es mejor mirarla sobre las 2 o 3 de la madrugada.
Otra herramienta, las comidas grasas. Las grasas se absorben más lentamente que los carbohidratos y provocan picos glucémicos tardíos aproximadamente a las 2 o 3 h de comerlas, de manera que podrían ayudarnos a evitar esa hipoglucemia que ocurre tardíamente por la noche. Añadir queso, mantequilla o algún frito a la cena puede ser una solución, aunque siempre con ojo ya que, como sabemos, tampoco es demasiado bueno abusar de las grasas.
Otro alimento que se puede usar a la hora de evitar la hipoglucemia nocturna es el almidón de maíz. Existen preparados de este producto que nos ayudarían a evitar una hipo nocturna, ya que su absorción dura cerca de 6 horas.
¿Cuáles pueden ser las causas de estas hipoglucemias nocturnas? Pues pueden ser varias:
Por una parte, podemos habernos pinchado más insulina de la cuenta en la cena, por lo que habría que corregir nuestro ratio carbohidrato/insulina o bien analizar si estamos contando bien las raciones de carbohidratos. Si usamos una pauta fija de insulina rápida para la cena tendremos que bajarla. Esto sería nuestra primera opción si la hipoglucemia nos ocurre al principio de la noche.
Otra causa puede ser que estemos poniéndonos una dosis de insulina basal por la noche demasiado alta, por lo que habría que disminuirla. Si usamos insulina de acción intermedia puede que nos ayude el cambio a levemir o lantus (puedes leer más sobre tipos de insulina aquí).
También podría ser el caso de que hemos realizado ejercicio esa tarde. En este caso, lo que habría que hacer es reducir la dosis de insulina rápida en la cena.
Lo más importante: Analizar por qué hemos sufrido la hipoglucemia:
Tras reponernos de este mal trago siempre hay que analizar el porqué de esa hipoglucemia; cual ha sido la causa de esta. Esto, a priori, parece una tarea sencilla, pero en muchas ocasiones es muy complicado determinar la causa. Os dejo una lista de posibles causas y como anticiparnos a estas:
-Comer menos de lo que acostumbramos o más tarde.
Si siempre te pones la misma cantidad de insulina en las comidas y un día comes de menos tendrás que sustituir esos carbohidratos que no has comido por otros. En caso de ser capaz de calcular raciones y teniendo tu propio ratio insulina/carbohidratos, puedes calcular la cantidad de raciones que te faltan para cubrir la insulina que te has puesto e ingerirlos. Si te has puesto la insulina y resulta que vas a comer más tarde, tomate un tentempié mientras esperas la comida, pero recuerda que tendrás que restar ese tentempié a la cantidad de carbohidratos de la comida que ibas a comer (o pincharte más insulina para cubrir esos carbohidratos de más)
-Omitir una comida.
Evidentemente, si vas a omitir una comida no te pongas insulina rápida, aunque sea la “hora de comer”. La insulina lenta puede ocasionar hipoglucemias si pasas mucho tiempo sin comer, ya que absorción puede ser errática, por lo que lleva siempre algo para tomar al más mínimo síntoma y hazte algún control adicional.
-Por hacer ejercicio físico.
Recuerda que la hipoglucemia puede y suele venir después del ejercicio, no durante este. Cuidado al hacer ejercicio antes de dormir. Lo bueno de la terapia con bomba de infusión es que puedes programar perfiles basales temporales más bajos en estos momentos tras el ejercicio. Si vas a comer después de hacer ejercicio también puedes disminuir la cantidad de insulina que te vayas a poner (un 10 o 15% menos del ratio que uses normalmente, por ejemplo). Recuerda que ejercicio también es bailar, jugar con tu primo chico, limpiar la casa, el sexo…
-Por ponerse más insulina de la cuenta.
Si te has puesto insulina de más puedes calcular cuántos carbohidratos de más te corresponderían a esa dosis de insulina y añadirlos a tu comida. Un clásico es el de ponerte dos veces un mismo bolo por error. Pues nada, a comer el doble.
-Por cambiar de sitio de inyección.
El sitio donde inyectamos la insulina es importante, pues en ocasiones hay zonas donde la absorción es más o menos rápida y esto puede originarnos hipoglucemias o hiperglucemias. La lipodistrofia (pequeños bultitos de grasa) disminuyen la absorción de la insulina, por ejemplo. En este punto, cada cuerpo es un mundo y solo uno mismo es capaz de conocerlo.
Al respecto de este punto, debemos saber que hay zonas, como el muslo, en los que la insulina se absorbe muy lentamente, por lo que puede originarnos una hipoglucemia tardía. Si la insulina se inyecta de manera perpendicular a la piel corremos el riesgo de inyectárnosla en el musculo, donde esta se absorbería más rápido de lo normal.
-Por haber tenido hipoglucemias recientes.
Las hipoglucemias gastan las reservas de glucógeno del hígado, por lo tanto, si volvemos a tener otra hipoglucemia tendremos el “almacén de emergencia” vacío. Por esto es importante que ante una hipoglucemia tomemos tanto carbohidratos de lenta como de rápida absorción para mantenernos con buena glucosa hasta que el cuerpo se restablezca.
-Por ingerir alcohol.
El alcohol provoca hipoglucemias y además bloquea la acción del glucagón, por lo que ni el organismo podrá usar las reservas ni la inyección de glucagón hará su efecto en caso de una hipoglucemia severa. Si se ingiere alcohol siempre habrá que hacerlo con precaución. No acostarse a dormir justos de glucemia, mejor tenerla alta a que nos dé un susto. Cuidado con bailar demasiado o con realizar cualquier ejercicio, pues sumamos papeletas para una buena hipo. Si es necesario ponte 2 o 3 alarmas para no olvidarte de vigilar tus glucemias. El alcohol también promueve la formación de cuerpos cetónicos, otra movida que nos puede acarrear; así que lo mejor es evitarlo… pero como no somos héroes ni eremitas, si bebes hazlo con cabeza.
-Por gastroenteritis o alguna enfermedad gástrica.
En este caso es interesante disminuir la cantidad de insulina que nos ponemos. Si usamos bomba de insulina es posible disminuir nuestro perfil basal. También podemos usar bebidas isotónicas con azúcar, del estilo del Acuarius, a sorbos pequeños y distanciados, controlando que no se nos vaya a disparar la glucemia.
De esta lista, las causas más probables siempre serán las de haber usado más insulina de la cuenta o la de haber ingerido menos carbohidratos de los que pensamos. La diferencia entre estos dos escenarios en los que puede aparecer una hipoglucemia es que la insulina actúa de manera contraria al glucagón; digamos que no se llevan bien y la insulina no le permite hacer su trabajo, por lo que este (el glucagón) no podrá ejercer su acción de liberar el glucógeno del hígado para tratar de contrarrestar esa hipoglucemia. Esto hay que tenerlo en cuenta para saber que una sobredosis de insulina hace que salir de una hipoglucemia sea una tarea aún más complicada.
Espero que os haya servido esta información. Más adelante iremos viendo cómo hacer para salir de las hipoglucemias, el efecto rebote y mucho más, porque veo que este post ya me ha quedado bastante largo. ¡Hasta la próxima!