Hoy inauguro esta nueva sección de mi blog en la que trataré de publicar periódicamente algún que otro artículo interesante, alguna curiosidad… en este caso os traigo un artículo publicado en la revista “Diabetología”, revista oficial de la European Association for the Study of Diabetes (EASD); y aunque fue publicado en el año 2002, me parece cuanto menos curioso.

Como ya hablamos en un post anterior (enlace aquí), una de las teorías más extendidas sobre la etiología de la diabetes es la de que está puede ser causada por el cruce inmunológico de anticuerpos que nuestro cuerpo crea frente a distintos virus, y que luego, esos anticuerpos, de alguna forma confunden nuestras propias células beta con esos virus y las ataca. ¿Y si esto ocurre al contrario? ¿y si la carencia del contacto de nuestro sistema inmunológico con ciertos agentes externos está relacionada con el desarrollo de la diabetes? Existe una teoría a la que llaman “hipótesis de la higiene” que sugiere que los hábitos de higiene actuales impiden que nuestro sistema inmunitario entre en contacto con una serie de infecciones que suelen ser recurrentes a temprana edad. En el artículo explican que hay un paralelismo entre el desarrollo de asma y otras enfermedades atópicas y la diabetes; estas han aumentado de manera similar desde la segunda mitad del siglo XX sobretodo en países relativamente ricos.

Schistosomas visto con microscopio electrónico.

Un ejemplo que nos pone sobre la mesa es el de los ratones diabéticos no obesos (NOD), ratones usados en experimentos de laboratorio, que criado en un ambiente estéril tiene más probabilidad de desarrollar diabetes. Al parecer, en los laboratorios de animales son comunes las plagas de lombrices intestinales (oxiuros) y se ha observado que estos inhiben enérgicamente el desarrollo de diabetes, así como de otras enfermedades como encefalomielitis alérgica o artritis inducida por adyuvantes.

Otros datos que aporta el artículo es que niños infectados por Schistosomas (un gusano plano, parasito humano) tienen reacciones cutáneas débiles (la típica prueba de la alergia que se hacen a los niños en el antebrazo) frente a los ácaros del polvo, a pesar de tener valores altos de IgE (un tipo de anticuerpo) dirigida contra estos mismos ácaros; es decir, de alguna manera estos parásitos modulan la respuesta inmunitaria del cuerpo humano haciendo que, a pesar de haber una respuesta inmunitaria en la sangre, esta no se manifieste a nivel cutáneo. De hecho, la eliminación de los helmintos provoca un aumento notable de la reactividad de la piel a los alérgenos comunes.

Este es el aspecto de un oxiuro al microscopio.

Sobre los Oxiuros (Enterobius vermicularis) decir que se trata de un parasito muy común sobre todo en los más pequeños. La manera más común de infectarse es al entrar en contacto con superficies donde se encuentran sus huevos, juguetes, la arena o incluso alimentos que hayan sido contaminados. El ciclo vital de estos parásitos es muy simple. Son ingeridos y eclosionan en el interior del intestino. La hembra sale al exterior a través del ano y deposita los huevos en el margen anal y luego muere. El movimiento de estos parásitos alrededor del ano provoca picores, por lo que, normalmente, los peques se rascan y… efectivamente, lo que estás pensando; de hecho, una de las causas más comunes de infección por este parasito es la onicofagia (comerse las uñas, vaya).

El diagnostico se realiza mediante el test de Graham, que consiste en usar cinta adhesiva transparente (tipo celo) pasándola por los márgenes anales, de manera que esta misma cinta se pegará en un portaobjeto y se podrá ver al microscopio los huevos e incluso alguno de estos parasitos.

Os dejo una traducción del resumen y conclusión del articulo y este link para que podáis descargarlo (en inglés).

Resumen y conclusión:

Ciclo vital del Enterovius

El aumento paralelo del asma y la diabetes infantil en la segunda mitad del siglo XX podría deberse a la pérdida de influencias ambientales protectoras. El Enterobius es un fuerte candidato para tal papel en el mundo occidental. Se sabía que alrededor del 50% de los niños europeos estaban infestados a mediados del siglo XX, y parece que la infestación es ahora menos frecuente e intensa que antes, aunque la evidencia directa es escasa. Existe abundante evidencia de que los helmintos inhiben el desarrollo de trastornos atópicos y que el Enterobius podría compartir esta característica. Los helmintos tienen una amplia gama de otros efectos sobre las respuestas inmunitarias y los gusanos inhiben el desarrollo de la diabetes en su modelo principal de ratón. Por lo tanto, las lombrices intestinales no solo pueden ser comensales inofensivos (literalmente, uno que come en la misma mesa), sino que son simbiontes útiles alrededor de los cuales ha evolucionado nuestro repertorio inmunológico.

Se ha prestado muy poca atención al Enterobius, y no hay evidencia de que pueda modular el sistema inmunitario humano. Las lombrices intestinales viven su corta vida dentro de la luz del intestino, y rara vez invaden su revestimiento. Esto puede limitar su interacción con el sistema inmunológico, aunque hemos visto que las lombrices intestinales de roedores y otros helmintos puramente intestinales pueden influir en las respuestas inmunitarias. Factores como la edad de la primera exposición, la carga parasitaria, la cronicidad, la exposición simultánea a otros estímulos inmunitarios o los cambios en la biota indígena también pueden estar involucrados. El Enterobius no prospera en otras especies aparte de los humanos, pero los efectos de la infestación pueden probarse en voluntarios. Una segunda línea de refutación sería epidemiológica. Se podrían desarrollar pruebas serológicas, y estas o pruebas cutáneas para la hipersensibilidad de tipo inmediato proporcionarían un medio simple para probar la asociación entre la exposición a los gusanos y la enfermedad mediada por el sistema inmunitario.

Esta hipótesis no pretende explicar la inducción de patrones de respuesta alérgicos o autoinmunes. Es probable que estos se inicien antes de que aparezca el primer gusano en la escena. Tampoco excluye un papel para otros agentes ambientales candidatos. De hecho, la analogía con los procesos de enfermedad mediados por la infección con H. pylori sugiere fuertemente que deben esperarse interacciones ecológicas complejas con otros socios coevolutivos en la biota indígena. Por lo tanto, la propuesta es que Enterobius podría tener propiedades inmunomoduladoras que podrían influir en la consolidación o expresión de procesos inmunitarios disfuncionales, aunque solo sea posponiéndolos en la vida adulta. Si se confirma esto, es posible que tengamos mucho que aprender de este experimento de la naturaleza, ya que los helmintos han desarrollado tácticas de evasión inmune que pueden resultar de un valor inmenso para la comprensión y el tratamiento de la enfermedad mediada por el sistema inmune. Las lombrices intestinales han estado con nosotros desde antes de que nos volviéramos humanos. Nos han hecho poco daño y pueden resultar ser amigos inesperados. Por lo menos deberíamos intentar aprender más sobre ellos.

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